Fukushima no es Chernóbil
La agencia supervisora de seguridad nuclear (NISA) elevó la calificación del accidente nuclear de la planta de Fukushima desde 5, considerada demasiado baja, a 7, la máxima prevista para accidentes en instalaciones nucleares, que hasta el momento solo había sido asignada a Chernóbil. Esta comparación generó alarma social y gran revueldo al atribuírseles a ambos desastres la misma magnitud en cuanto a los daños para la salud de la población y los trabajadores de la central se refiere.
En segundo lugar porque en la primera las instalaciones eran sensiblemente inferiores en su evolución tecnológica y en su estado a la japonesa. Y en tercer lugar porque en Chernóbil tuvieron lugar una gran explosión e incendio; mientras que en Fukushima, una fuga de material radiactivo de los reactores que, sin ser leve, no tuvo el impacto destructivo del primer caso. Por tanto, el cambio de catalogación del accidente ocurrido en Japón obedece más bien al hecho de que, en contra de lo que se preveía, los reactores continúan hoy sin poder ser estabilizados.
Al margen de que ambos desastres no tengan hoy magnitud comparable, lo que parece cada vez más claro es que lo acontecido en Fukushima tendrá consecuencias duraderas sobre el sector nuclear y debería comprometer el futuro, e incluso el presente, de esta tecnología energética.
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